La intervención humana y los centros densamente poblados han deteriorado históricamente las zonas costeras secas de la parte central de Chile. Los bosques y tierras de matorrales se han visto diezmados por 200 años de conversión de tierras, tala, incautación de tierras, especies invasoras e incendios forestales. Afortunadamente, una zona dentro de este paisaje es la excepción a este contexto. Conformada por 4,272 hectáreas de bosque nativo y otro crecimiento de vegetación de sucesión, la zona está manejada por el productor vitivinícola Concha y Toro, quien ha luchado contra viento y marea por conservar los servicios críticos del ecosistema de sus bosques. Para coronar este logro, el productor obtuvo la certificación a través del Procedimiento FSC de Servicios del Ecosistema para esos impactos positivos.